Vuelve Søren Kierkegaard, padre del existencialismo, y vuelve Rafael Gordon. ‘La pasión de Kierkegaard’ es el último trabajo cinematográfico del director independiente madrileño, el octavo de sus largometrajes.

¿Quién es Kierkegaard?

El filósofo y teólogo danés está considerado el padre del existencialismo, que nació como corriente filosófica y más tarde se transformaría también en una vanguardia literaria.

Søren Kierkegaard (Copenhague, 1813-1855) centró su obra en todo lo concerniente al individuo y a su existencia. Y fue muy crítico con la ética de la Iglesia danesa y con el entendimiento de la religión cristiana en la sociedad.

Los personajes históricos de Gordon

La obra de Gordon siempre ha estado muy enfocada en el individuo, en sus emociones, en su contexto histórico y social. Por eso, de la mano del director independiente, han cobrado vida personajes históricos como Teresa de Jesús, Isabel I, la Católica o Benito Mussolini. Ahora le llega el turno a Kierkegaard, personificado en el actor Víctor Rivas.

Primero, Rafael se enfrentó a la difícil tarea de escenificar sobre las tablas de un teatro (Teatro La Grada) las emociones y pensamientos del danés, actualizándolo a nuestros días. Después, el autor tomó la decisión de trasladar este viaje dramático a la pantalla, entretejiéndolo con su propia experiencia vital como creador cinematográfico.

¿Qué nos ofrece ésta pasión?

‘La pasión de Kierkegaard’ nos sitúa en una encrucijada, en un cruce de caminos, de miradas: Alfredo, un hombre tumultuosamente observado por la multitud -que «es la mentira»- se mira en espejo de Kierkegaard, el fundador del existencialismo.

Frente al público que acude a los cines y los teatros, los usuarios de las redes sociales auspiciadas por un estado cada vez más entrometido contra el que los personajes de Rafael Gordon siempre se hallan en tensión y conflicto, frente al edípico fantasma del padre proyectado como nunca en la conciencia colectiva, frente a la era del ruido y la furia, el pensador danés, quien ya predijo y comenzó a padecer muchos de los problemas actuales que acechan al pensamiento y a la racionalidad, nos previene.

Kierkegaard clama ante la ausencia de Dios, de referentes y de voluntad por transcender de la que va a ser preso nuestro tiempo; Alfredo empieza a comprender, a comprenderse a sí mismo, a asumir la muerte de su padre. Sobre ellos, presidiendo, la mirada de Rafael Gordon lo atraviesa todo, atraviesa la obra y la persona -«¡Cuánto cuesta, dios mio, llegar a ser persona!»- de Kierkegaard, pero también su propia obra, su propia creación.

60 años de imágenes jalonan la película y constituyen el hilo conductor, la cinta transportadora – como la que, en la ya icónica imagen de su cine, un hombre trata interminablemente de recoger bajo un inhumano edificio contemporáneo-, con la que emprende el titánico esfuerzo de hilvanar todos los fragmentos de lo que somos, de recomponer nuestra identidad como espectadores y su propia trayectoria como autor.

Análisis de Rafael Hernández de Dios, director y productor en 1235 Producciones.

¡Vuelve Søren Kierkegaard y vuelve Rafael Gordon!